viernes, 20 de enero de 2017

Con la mejor intención (3) Conflictos entre adolescentes y sus padres.


  • ¿Cómo tranquilizar a un padre o madre que lo pasa muy mal cuando no se entiende con su hijo/a? 
  • ¿Cómo ayudar a que un padre o una madre se dé cuenta de cómo contribuye él para acabar discutiendo con su hijo?
  • ¿Cómo hacer comprender a los adultos que la adolescencia no es "la edad del pavo" ni la de "la tontería"? 
  • ¿Cómo entender que lo que muestra un adolescente no es "tontería", sino una evolución a nivel cognitivo, que conlleva cambios, y que hacen que ya no sea el niño que fue?
  • ¿Cómo comprender que todo lo que hace un adolescente no es "para fastidiar" ni "por puro egoísmo"?

Es una tarea dificilísima ser padre y ser madre.

Más aún si estáis divorciados, y compartís custodia, o sólo fines de semana. A veces es difícil coordinarse con tu ex, porque aún hay resentimientos sin cerrar, de la relación de pareja. No nos apetece nada hablar con él, con ella, por eso nos divorciamos. Pero hay que hacerlo. Así que a veces por email, otras por whatsapp, y si no hay más remedio nos llamamos. Sin querer, quienes pagan esto son los hijos. Por falta de comunicación real entre los ex, y porque a veces sin querer hacemos pagar al ex utilizando a los hijos como moneda. Es duro, sí, pero pasa.

Mientras tanto, el tiempo sigue pasando y los hijos crecen y cambian.

Lo que antes nos servía con los niños, ahora no sirve con los adolescentes que tenemos en casa.

Es duro: lo vivimos como una lucha por mantener el orden en casa, y también con miedo a perderlos cuando vemos que no nos entendemos con ellos.

Muchas veces no nos entendemos al hablar con ellos porque lo que hacemos en realidad es intentar que sea el adolescente el que nos entienda, y no en el sentido contrario. Tienen que entendernos ELLOS porque NOSOTROS "tenemos la razón". Por miedo a que se equivoquen, a que sufran, intentarmos tirar de autoridad para que hagan lo que nosotros consideramos correcto. Esto se agrava si cada uno de los padres piensa que "tiene la razón" y no hablan para ponerse de acuerdo entre ellos. Imaginad el mareo del hijo...


La adolescencia es tan importante a nivel biológico, psicológico, afectivo, social, que merece la pena echar un vistazo a lo que estamos haciendo con nuestros hijos, si nos sentimos así, en lucha, asustados, y cada vez más alejados de ellos.

La adolescencia de un hijo requiere de los padres una evolución proporcional. No sólo crecen ellos, y se van convirtiendo en el adulto que serán. Somos los padres y las madres quienes también tenemos que crecer porque ya no sirven las estrategias de comunicación que usábamos cuando eran niños.

Ya no sirve al 100% el "Porque te lo digo yo que soy tu padre" Hay que dialogar en algunos casos, y negociar.

Hay estrategias que ya nunca más nos servirán. Porque nuestro hijo creció, y su cuerpo cambia, y su mente evoluciona. Quiere explorar el mundo. Quiere ser reconocido no sólo por vosotros, sino por sus amigos. Quiere ser uno más de su grupo, quiere sentirse adulto pero aún no lo es... Nuestra autoridad tiene que evolucionar.

A veces con la mejor intención nos mantenemos en ser unos padres muy rígidos en todas nuestras directrices, por temor a perder la autoridad y a que nuestros hijos se pierdan.

Castigamos mucho más que motivamos. Dialogamos poco porque hay tensión y no sabemos mejorar el ambiente. Llevamos mal que nuestro hijo no se acerque tanto a nosotros y empiece a tener otros referentes de los cuales recelamos... un youtuber, un compañero de clase que es más rebelde que el resto, chatear a todas horas, hacerse fotos y videos para que les hagan like sus amigos y también desconocidos...

Y la afectividad pasa a un segundo, tercero, o cuarto lugar. 

Primero Aprobar todas las asignaturas
Segundo Estudiar y hacer deberes
Tercero Las normas de comportamiento en casa

(En este punto ya estamos todos tan enfadados o dolidos que difícilmente se puede atender a la afectividad)
 y el punto que viene, es el que peor llevamos:

Cuarto... Escucharnos. Intentar comprender qué es importante para el otro, aunque para ti no lo sea. Facilitar el hablar de cómo nos sentimos.  Pedirnos disculpas.

Venís a consulta y intentamos aprender y practicar este cuarto punto. Aprender a ver  a tu hijo,  la persona que tienes delante. Entender qué siente, y por qué.  Romper el hielo que se ha formado entre vosotros, tomar tú la iniciativa, que eres su padre, madre, que sabes más que él de cómo es la vida, y que recuerdas cómo fue tu adolescencia y lo difícil que es asumir todos esos cambios.

No se trata sólo de disciplina, de orden, de normas (que también). Es todo esto, MÁS la parte afectiva y relacional.
No la olvidemos.

Porque forma parte de nuestra mejor intención.

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